Olga se tambaleó y parte de su cubata se derramó sobre la alfombra.
—Creo que ya has bebido suficiente por hoy —dijo su amiga y anfitriona con una sonrisa mientras le quitaba suavemente el vaso de las manos.
La joven protestó con un mohín.
—¡Eh, Davinia! —la llamó alguien desde el otro lado de la habitación—. Por aquí se nos ha acabado el hielo.
—¡Voy! —Se volvió hacia ella y la obligó a sentarse en el sofá—. Relájate y bebe agua. Ahora vengo.
Olga la vio desaparecer entre el ruidoso gentío. La música estaba muy alta y las luces de colores difuminaban los rasgos de la gente que bailaba y reía.
—¿Qué tal? ¿Te diviertes? —Su hermano, Samuel, se dejó caer en el sofá a su lado y le pasó el brazo por los hombros.
—Siguen sin gustarme las fiestas —dijo Olga con voz pastosa.
—Mira que eres aburrida.
Un grito agudo procedente de la cocina hizo que ambos dieran un respingo. Algunas personas se dirigieron hacia allí y la puerta no tardó en quedar colapsada por los curiosos que se asomaban.
—¿Qué ha pasado? —preguntó Samuel a una chica que volvía de allí.
—Dicen que había una cucaracha muerta en el fregadero —respondió encogiéndose de hombros.
—Yo he oído que era una rata —intervino un joven pecoso que se había sentado cerca de ellos.
—Voy a ver —dijo Samuel.
Olga cogió una botella de ron que alguien había dejado abandonada en una mesa y empezó a prepararse otro cubata.
Al cabo de dos minutos, Samuel volvió con un gesto de alarma en la cara.
—Parece que Davinia se ha cortado el dedo con un cuchillo. Hay un montón de sangre en el suelo.
Olga se levantó de un salto y fue en busca de su amiga. La cocina estaba llena de gente. Llamó a Davinia a gritos y su mata de pelo rizado emergió entre el mar de cabezas.
—¡Estoy aquí!
Se abrió paso hasta ella a empujones y la encontró colocando cubitos de hielo en los vasos. Al preguntarle por las manchas rojas del suelo, se rio.
—Alguien habrá derramado su Bloody Mary al oír el grito de ese chico.
—¿Entonces no has gritado tú?
—¿Qué? ¡No! Ha sido un chaval que ha abierto el congelador y se ha asustado al ver las cabezas de mis padres. Debería haberlas dejado en la nevera del sótano, así habríamos tenido más sitio para el hielo.
Comentarios
Es que es muy difícil preparar una fiesta... XD
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