Era de noche, llovía. Patrick llevaba el candil en la mano derecha hasta que lo cambió a la otra para sacar las llaves del bolsillo. Su sombrero no ayudaba a detener el agua, que calaba llegando a mojarle. Al introducir una de las cuatro llaves en el paño, escuchó una voz a lo lejos del gran cementerio.
- ¿Hola? - preguntó. Después de unos segundos sin obtener respuesta pensó que el fuerte viento habría sido el causante de aquella confusión.
- ¡Señor? Sí, espere. - Un hombre joven se acercó a él apresurado.
- ¿Qué está haciendo usted aquí? - preguntó Patrick.
- Me quedé encerrado en el baño esta mañana y hasta ahora no he podido salir.
Patrick lo miró de arriba a abajo, sorprendido, el señor parecía preocupado, pero mentía.
- Aquí no tenemos baño, señor.
La noche del 13 de septiembre de 1946 fue la última de Patrick Hass.
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