Reviso las notas haciendo tragos a mi petaca; datos evidentes y especulaciones personales.

No hay tantos habitantes en la base, encontrar al culpable debería ser fácil. Pero llevo mal mi estancia en la Luna, la presión en los hábitats es superior a la media en la tierra. Suerte del burbon, me ayuda a pensar.

Quien empujó a la víctima sabía que ella llevaba poco en la base. Un selénico con más de dos años en la Luna ejerce una presión menor y se ralentiza la caída, habría dado tiempo para reaccionar. Incluso en su caso, si hubiera sido un accidente, podría haber salvado la vida si alguien la frena en cualquier tramo. Siempre hay gente yendo de un lado a otro.

Un dato curioso es que la muerta tenía agarrado con fuerza un ramo de girasoles, rotos. Hipótesis; alguien quiso arrebatárselos y probablemente, en el forcejeo, cayó.

A la hora del incidente, su pareja estaba en el laboratorio de biología vegetal. Su ayudante ha confirmado la coartada. Pero alguna cosa falla, en el control horario de aquel día existe una pequeña caída de flujo eléctrico, y se han corrompido algunos datos, que coinciden en el lapso temporal del supuesto accidente.

Curiosamente, el compañero de la ayudante de biología trabaja en el centro informático; la Luna es pequeña. Tiene acceso a todas las grabaciones. Le he pedido las copias de seguridad. No tendría que ser nada especial, pero solo hay vacío, datos que casualmente no existen.

Antes de acostarme he recibido un mensaje anónimo. Habré hecho buenas amistades en el bar del sector de oficinas desde donde cayó la mujer. Tres pisos, algo más de treinta metros. Comenta el mensaje que no tendrían que haber sido fatales. Pero casualmente también hubo un error en el sistema de gravedad, cosa que podría haber sido por la misma causa informática que el fallo en el control de vídeos.

Muy curioso, todo apunta al informático como colaborador indispensable. Vuelvo a interrogarlo y sus declaraciones me abren dudas. Vacila en la voz, titubea y al final, bajo una presión, diríamos que poco ortodoxa, termina por culpar a su amante, el encargado de biología y marido de la fallecida. La mujer lo descubriría en algún momento y en la discusión con los girasoles, cayó.

Hablo con el superior del informático y reviso antiguas grabaciones de las cámaras de seguridad, centrándome en los accesos al cubículo donde reside el biólogo. Ahí se visualizan visitas extemporáneas del informático, anteriores a la llegada de la víctima. Registro el apartamento y la científica lunar halla restos de pepitas de girasol en un rincón del baño.

Detengo a los amantes, volverán conmigo a la Tierra, lo pasarán mal, llevan demasiado tiempo en la Luna, su masa corporal no soportará la presión. Es su problema.

Ya dentro de la nave preparado para el regreso, por la ventanilla veo a la mujer del informático, la ayudante de biología. Ha venido a despedirse, seguro, pero me aturde su extraña sonrisa.