Una vez conocí una rosa a la que no le gustaba estar sola.
Sobre todo cuando llovía, ella se deprimía.
Hasta que un día escuchó lo que el agua le decía y vió lo que a su lado crecía.
Flores, hojas, árboles y mucha más flora.
Después de mucho tiempo, se sintió dichosa.
Sus pétalos rosados se volvieron morados y en cuatro puntas se unieron cada uno de sus lados.
Era ahora una estrella que recibía al mundo sin pena.
Ahí, en el espacio, se sintió feliz bailando.
Y como una bailarina, lo disfrutó girando y girando.
Si uno observa bien el cielo, puede ver a cada astro moviendo el cuerpo sin recelo.
Y en el mundo, en cada pequeño lugar, una rosa fresca permitiéndose volar.
Comentarios
Muy bonito.
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