Ya no cuentas los días, de hecho, desde hace un tiempo no recuerdas nada. Tienes lagunas de tu vida anterior a la isla. Querías experiencias nuevas, aventuras para salir de la odiosa rutina. Parecía que el destino te había escuchado cuando apareció ese correo en tu bandeja de entrada. Te prometían un viaje inolvidable. Un destino desconocido. No hizo falta ni dos segundos para que te inscribieras. Eso es todo lo que te viene a la memoria, no puedes acceder a otros momentos de tu vida. Cada día que pasa se va nublando más tu pasado. Ni siquiera recuerdas en que trabajabas ni donde vivías. No hay nada más allá desde ese maldito correo.

Y ahora estás aquí. En medio de la nada. Sin compañía, a pesar de toda la gente que había en ese avión. No sabes que pasó. Todo se volvió oscuro en un momento y apareciste en esta isla sin nada más que un papelito en tu bolsillo que decía: “Vive la experiencia como si fuera la última”.

Te pasas el día pensado maneras de salir de tu encierro. Ya has intentado construir una balsa, pero la barrera de corral que rodea la playa rompió tu primer plan. También has ido a lo más alto del terreno, pero después de horas mirando el horizonte no viste ninguna señal de vida humana. Te das por vencido. Solo estás sobreviviendo para que tengan más tiempo de venir a buscarte.

Después de un día sin cambios lo único que te apetece es dormir para que el tiempo pase más rápido. Pero esta noche es diferente. Por primera vez desde que estás atrapado ves una luz. Por fin se ha acabado este viaje inolvidable que te prometieron. Nunca lo olvidaría, de eso seguro. Pero hay algo que no cuadra. ¿Un avión puede volar tan bajo? Estás seguro que un barco no es, va demasiado rápido. Si fuera un helicóptero oirías las aspas y apenas oyes el aire soplar entre las palmeras.

Han aterrizado en el mar. Te levantas y vas corriendo a la orilla para ver más de cerca a tus salvadores. No ves nada. Notas un olor dulce que no sabrías definir. Vas notando que la cabeza te da vueltas, el cansancio se apodera de ti y caes al suelo.

Te despiertas en tu cama sudando. Vaya sueño has tenido, era todo muy real. Vas a la cocina a por un vaso de agua fría. Te encuentras un papel en la puerta de la nevera: “Si quieres otra experiencia con nosotros no dudes en volver a quejarte de tu vida. Estamos vigilando tus pasos”.

Vuelves a notar el olor dulzón, pero esta vez lo vas notando menos, como si fuera el rastro de una colonia. Un sudor frío te recorre la espalda. Esta pesadilla acaba de empezar.


Comentarios
  • 0 comentarios

Tienes que estar registrado para poder comentar