Aquella mañana del 22 de febrero despertó con ganas de ir a dar un paseo al zoológico inconsciente que sólo le restaban veinticuatro horas de vida, no le había dicho a nadie de su circulo cero el problema surgido hace unas semanas con su marcapasos, ni de la operación que ameritaba realizarse lo antes posible para evitar una repentina muerte; el cardiólogo advirtió a Brandon la importancia de cambiar la batería del mismo cada que lo necesitara, poca importancia le daría a ellos.
Brandon prefirió vivir con vértigo absoluto, estaba consciente que moriría de un momento a otro, que el pasar por este mundo le generó un sin fin de aristas afrontadas de diferentes maneras, en fin, los estímulos para seguir en plenitud pasaron a segundo plano con la repentina muerte de su esposa productos de coronavirus hace un año, esto lo dejó desbastado, al no tener hijos ni grandes responsabilidades la decisión estaba tomada. Sus únicas pertenencias eran una casa en el Valle de Antón y el viejo Honda Civic modelo 97, resolvió dejárselos en su testamento al único familiar vivo, “ella sabrá que hacer” siempre decía lo mismo cuando se refería a Regina.
Camino al zoológico El Níspero, se encuentra con una vieja amiga a la que tenía años sin ver, Brenda, vivieron un romance muy intenso cuando eran adolescentes, todos daban por hecho que se casarían y formarían familia, sin embargo Brandon se ganó una beca para estudiar Ingeniería Mecánica en Alemania, Brenda por su parte viajaría a Cuba para prepararse como medica y sus vidas tomarían caminos muy distintos y no se volvieron a ver más hasta aquella mañana de febrero donde después de 37 años cruzan las miradas reviviendo en sus mentes los años de amor y romance juveniles, el destino llega a ser caprichoso, ambos estaban solos y encaminados a la vejez; el tiempo se detuvo en ese instante, comenzaron a contar las sin fin de anécdotas y vivencias de las décadas en donde cada uno siguió el sendero de su destino.
Nunca entrarían al zoológico, se fueron a una pequeña cafetería para platicar y ponerse al día, desayunaron, almorzaron y cenaron allí. Al salir del local Brandon invita a su amiga a casa para pasar lo que restaba del maravilloso tiempo juntos, ella se encontraba feliz, pues finalmente volvería con su amado y vivirían lo que restaba de años juntos, a partir de esa noche. A pocos minutos del amanecer
Brenda notaría algo extraño en Brandon, estaba inmóvil y frio como hielo, supo de inmediato que había muerto y antes que pudiera asimilarlo algo la distrajo, entonces las campanas empezaron a sonar.
Comentarios
Una auténtica tragedia. El texto tiene algunos fallos de todo tipo y parece como si hacia la parte final se acelerase para poder cerrar la historia. De un principio sosegado y contemplativo a la repentina aparición y encamamiento con Brenda, la cosa se apresura.
Quizás te quedaste sin sitio, pero creo que los sentimientos están ahí y eso es bueno.
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