[A finales de noviembre, OpenAI abrió al público su GPT-3, un modelo de lenguaje basado en inteligencia artificial. El más potente publicado hasta la fecha. Los tres relatos que se muestran aquí han sido creados por una IA a partir de los dos mismos párrafos iniciales escritos por mí. El contenido es completamente original y perturbador]

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El dolor de cabeza es insoportable. ¿Qué ocurrió anoche? Estás desplomado sobre el tapete de póker. Tienes los músculos de la espalda agarrotados y la boca te sabe a ceniza. Abres los ojos de golpe, pero la luz matinal te ciega y obliga a cerrarlos de nuevo. Lentamente haces un segundo intento, dejando que la pupila se adapte poco a poco.

Recuerdas haber salido de casa anoche a eso de las siete. Estabas de buen humor y querías comprarle algo caro a Carla. Un viaje, una cena, cualquier cosa sería el regalo perfecto después del año de mierda que habíais pasado.

[…]



Relato 1: Era hora

Afortunadamente, había dinero en la cuenta. Habías hecho unas cuantas apuestas rentables en las últimas semanas y habías ganado casi todo el dinero que te debían. Habías llegado a casa con una sonrisa en los labios, te habías acostado y... nada más.

¿Qué fue lo que hiciste después? ¿Qué ocurrió?

Te incorporas de golpe. No puedes recordar nada después de estar en la cama. ¿Llegaste a comprarle el regalo? ¿Te quedaste dormido en el sofá y Carla te despertó?

Al fin logras ponerte de pie y caminas hacia el espejo de la cocina. La cara que te devuelve la mirada no es la tuya. La carne de tus mejillas está hinchada, como si hubieras pasado días llorando; tus ojos se han vuelto rojos e inyectados en sangre, como si hubieras estado bebiendo toda la noche; tienes las pupilas dilatadas, como si hubieras estado tomando alguna sustancia; tu nariz está aplastada, como si te hubieran dado una paliza.

Te diriges al teléfono y marcas el número de Carla. La llamada cae directamente en el buzón de voz. Probablemente se habrá ido a trabajar temprano o estará durmiendo todavía.

De repente se te ocurrió que podrías comprarle un anillo para celebrar vuestro aniversario. Te dijiste que irías directamente a la joyería más cercana y comprarías un anillo. Tu hermosa esposa merecía un anillo precioso. Querías recompensarla por ser tan buena contigo durante tantos años. Por amarte cuando eras tan duro con ella. Por salvarte cuando tu ni siquiera estabas cerca de salvarte... Por amarte a pesar de tu espantoso aspecto físico. Querías recompensarla por soportar tus borracheras y las peleas durante tantos años. Por todo lo que había hecho por ti, por ser tan buena persona.

Era hora de pagar su amor incondicional con algo bonito especialmente hecho para ella.

Era hora de decirle las cosas bonitas que siempre habías querido decirle desde hace tanto tiempo.

Era hora de volverla feliz con algo bonito especialmente hecho para ella.

Era hora de volverla mortalmente infeliz con algo bonito especialmente hecho para ella.

Hora de decirle las cosas terribles que siempre habías querido decirle desde hace tanto tiempo.

Era hora de matarla brutalmente con algo bonito especialmente hecho para ella.

Destruirla brutalmente con algo bonito especialmente hecho para ella.

Eliminar todo rastro del amor incondicional que te ha demostrado durante tantos años.

Destruir todo rastro del amor infundido




Relato 2: Hoy es tu cumpleaños

Te habías plantado en la tienda de lencería de la esquina y te habías encontrado con Vanessa, una chica con la que saliste hace un par de años. Estaba con una amiga y habías planeado pasar la tarde con ellas. A las once estabais en el pub, bebiendo cervezas. La conversación había sido animada: bromas, risas, comentarios sexuales, todo lo que debe ser una noche de sábado.

A eso de la una Vanessa y su amiga se habían marchado. Te habían invitado a irte con ellas, pero no querías irte. Estabas de un humor de perros y no querías forzar la situación. Además, esas dos putillas te habían dado unas ganas terribles de follar. Te las tiraste una tras otra en el aparcamiento.

Hoy el cuerpo te pide una tregua. Estás tan cansado que no te apetece ni levantarte de la cama. Pero hay una cosa que tienes que contar. Tienes que contarle a Carla que has estado con otras mujeres.

Desde que os casasteis has estado haciendo el tonto. Tienes treinta y un años y no estás preparado para pasarte el resto de la vida con una sola mujer. Y menos con Carla. Habéis estado juntos desde los dieciocho. Tú has salido con dos chicas. A Carla le han gustado unas cuantas. Pero, en el fondo, las dos sabéis que no hay mejores amigos que los que se han comido de pequeños.

A pesar de todo, sabes que esto tienes que contárselo. Estáis en el dormitorio. Te está diciendo que quiere que salgáis esta noche. Te ha preparado la cama, ha añadido unas velas y unas flores. Quiere que los dos paséis una bonita velada, como en los viejos tiempos. Eres incapaz de decirle que has pasado la noche con otra mujer. No tienes fuerzas. Nunca la tendrás. Dejas que el día pase, una mentira tras otra.

Carla sigue contigo porque vuestros caminos se han cruzado alguna vez. Porque le has dado una oportunidad y no se ha sentido humillada. Quizá haya sido una estúpida. No lo sé. Supongo que no es una mujer muy lista. Pero es tu mujer. Y estáis juntos. No podéis separaros.

Por eso te quedas con ella. Porque no hay nada que puedas hacer. Porque eres un marica.

No crees en el amor. No crees en la amistad. No crees en las matemáticas. No crees en la religión. No crees en nada.

Todavía sientes por Carla lo mismo que sentiste cuando se supo que estabas enfermo. Cuando te dijo que quería pasar el resto de su vida contigo. Todavía la quieres. Pero no sientes nada.

Es una chica decente. Es una buena chica. Pero no es tu tipo.

Deberías estar con una mujer más…

No es el momento. Hoy es tu cumpleaños. Tienes treinta y un años. Tienes una nueva vida que empezar.

Y estás a punto de morir.



Relato 3: El monstruo del armario

Pero no te sentías capaz de conducir así que pediste un taxi. Y entonces… bueno, no recuerdas nada más.

Ya estás despierto del todo y te incorporas en el sofá. La habitación se mueve. Tienes la cabeza como si alguien te la hubiera llenado de cemento. Y el dolor es tan fuerte que no puedes pensar con claridad. Te levantas y te diriges a la cocina, pero cuando llegas al umbral te detienes en seco.

Tu esposa está sentada a la mesa, medio dormida, con el pelo revuelto y un moretón en la mejilla. Al oírte entrar vuelve la cabeza y bosteza. Su ropa interior está en el suelo, junto a los zapatos.

—¿Has venido a por más? —pregunta en voz baja, mientras recuerda lo que ha sucedido—. ¿Así que no tienes bastante? —Se levanta mientras habla y va hacia la nevera—. No me extraña que tuvieras que ir a jugar a ese sitio tan sórdido —dice, abriendo la nevera—. Lo único que haces es beber y jugar al póquer. Todo lo demás es secundario.

—No me acuerdo —dice tu voz desde dentro del armario—. ¿Cómo estoy vestido?

—¿Cómo estás vestido? —le gritas a través de la puerta—. ¡Estás vestido como un imbécil! —Y te vuelves hacia tu mujer— ¿Cómo estoy vestido? No puedo recordarlo. ¿Qué me has hecho?

Ella saca un cartón de leche del frigorífico y se sirve un vaso grande de leche y un montón de azúcar para ella misma. Te mira con los ojos entrecerrados.

—¡Mierda! —exclamas—. Ya recuerdo dónde estuve anoche: fui a jugar al póquer en ese bar de mala muerte al que todos vamos los fines de semana… ¡Y fui yo quien ganó! Recuerdo haber visto todos mis amigotes tirados en el suelo, con un trozo de cartón sobre la cara para protegerse del sol… Todos menos yo… ¡y tú! Y ahora tengo un dolor de cabeza espantoso… Pero no recuerdo nada de lo demás… ¿Qué ha pasado anoche? ¿Qué he hecho?

—Bueno, si quieres saberlo, creía que estabas jugando al póquer hasta las tantas anoche… Pero resulta que estabas con otra mujer. Y yo no soy ninguna puta barata —dice ella, acercándose a ti lentamente—. Yo soy tu esposa. Tú eres mi marido. Estamos casados desde hace diecisiete años. Y quiero saber cómo has podido engañarme durante todo este tiempo… ¿Cómo has podido hacerlo? —dice ella, agarrándote por los hombros— ¿Cómo has podido engañarme durante todo este tiempo? —grita ella, apartándote del fregadero y tirándote contra el armario del pasillo—. Dime cómo lo has hecho —grita ella, abriendo la puerta del armario y empujándote hacia dentro—. ¡Dime cómo has podido engañarme durante todo este tiempo! —y te empuja contra las perchas metálicas hasta que te caes al suelo del armario cerrado.

Comentarios
  • 3 comentarios
  • Jon Artaza @Jon_Artaza hace 1 año

    Muy interesante, una pena que revelases el truco en el propio texto. Hubiese estado bien que presentases solo un relato. Es curioso que una partida de póquer, una borrachera y comprarle un regalo a tu pareja, indefectiblemente conduzcan a la IA a deducir que el protagonista es un bastardo psicópata.
    A mi me hubiesen colado los tres relatos y los fallos que hay los achacaría a error humano no al de una IA, así que me siento completamente engañado (y abatido) por el poder de una rudimentaria, que lo es, IA. En unos años sobraremos los humanos.

  • darkmonio @Darkmonio hace 1 año

    ¡¡¡¡¡Bueeeeennoooo!!!! Que futuro se nos depara. Talvez deberías haber desarrollado uno de los temas, cierto. Pero da un poco de yuyu cómo responde a estos estereotipos la IA. Dentro del reto supongo que te ha penalizado que no fuera solo una historia, y creo que si hubieras cerrado con otra acotación parecida a la primera, insinuando que te han regalado esa IA, pudieras haber ligado todo el relato como si fuera uno solo. Los experimentos son para eso, para poner a prueba cosas diferentes, ahora puedes desarrollar, para ti, una de las historias, o hacer algo donde salgan las tres, en un ciberpunk onírico, que en este país no se ha trabajado como se merece, el ciberpunk.

  • Pues escribe bien la IA, la hija de satán. Decadente, cruel y sádica hasta decir basta, pero no se le puede negar que hila bien desde luego. No esperaba menos que este nivel de misoginia como producto cultural tampoco, ya te lo dije en un comentario por ahí. Muy interesante también el ejercicio para conocer los discursos sociales más difundidos. Para mí, la primera historia la más brutal de las tres. Y las otras dos casi que podrían ser el anverso y reverso de la misma historia. Coincido con @Farran, esto merece un desarrollo


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