— ¿Dónde estás Carlos? —a Laura empieza a agotársele la paciencia.
Sola en el bosque en plena noche, no tiene referencias para calcular cuánto hace que su marido regresó a la tienda de campaña para cambiar las pilas de la linterna. Acababan de empezar aquel estúpido paseo nocturno cuando la luz había comenzado a parpadear hasta apagarse. La oscuridad había despertado los temores de Laura paralizándola, obligando a Carlos a dejarla allí con la promesa de que volvería pronto. Pero el temor de Laura está creciendo, ya no la paraliza sino que agita su cuerpo atrapado en una prisión de oscuridad y pánico.
Mientras intenta ignorar los inexplicables ruidos de pisadas que surgen de las sombras siente una mirada clavada sobre su espalda. Alguien la observa oculto en las tinieblas y ella solo puede cerrar los ojos y desear despertarse de una de sus recurrentes pesadillas. Pero cuando los abre todo sigue igual. La oscuridad. Los pasos. La sensación de ser vigilada. El miedo. Son reales y la empujan, obligándola a salir corriendo hacia la protección del campamento.
Cruza el bosque a toda velocidad y centenares de ramas la arañan, como escuálidos dedos intentado atravesar su ropa y su piel. «Cuando llegue a la tienda estaré segura» se promete. El claro aparece por fin ante ella. Todo está tal y como lo recuerda. El tocón sobre el que se había sentado, la piedra en forma de corazón junto a la que se habían besado,… Todo menos Carlos y la tienda, que han desaparecido. Grita llamándole desesperada sin obtener ninguna respuesta.
«Llegamos juntos esta tarde y montamos aquí la tienda. Estoy segura de que fue real». Empieza a faltarle el aire cuando la duda comienza a asfixiarla. «No puede estar pasándome otra vez».
La terapia iba muy bien. Su psicólogo aseguraba que estaba haciendo grandes progresos y que aquella excursión para superar su fobia a la oscuridad sería un paso definitivo en su recuperación. Y sin embargo, la línea entre realidad y fantasía volvía a difuminarse en su cabeza. Se adentra corriendo el bosque, esta vez en dirección contraria. Ya no busca a Carlos, no está segura de que hayan venido juntos, ni siquiera sabe si existe. Tan solo quiere escapar de una oscuridad que no acaba nunca, alcanzar la superficie de aquel mar de sombras y conseguir respirar.
Tropieza, cae y se levanta una y otra vez, hasta que el suelo desaparece bajos sus pies y se precipita por un barranco que no ve. Durante el descenso sigue luchando y gritando, incapaz de darse cuenta de que está cayendo.
Un búho observa indiferente las dos figuras que han estado persiguiendo a Laura y que ahora iluminan su cadáver desde el borde del precipicio.
— Está hecho —sentencia Carlos—. No puedo creerme que vayamos a cobrar el seguro y fugarnos juntos. ¡Somos libres!
—Te lo dije cariño, si sabes cómo manejarlo el miedo es un arma poderosa —rodea a Carlos por la cintura—. Y yo soy un gran terapeuta.
Comentarios
Hola. Al menos una cosa puedo decir: el final me ha pillado por completo a contrapie. No me esperaba algo así no para atrás :) Acerca de ese final echo en falta que se haga antes alguna referencia al seguro. Sé que hacerlo sin cuidado puede suponer dar una pista enorme de lo que va a pasar al final, pero su mención así, de repente, al final del relato me suena a 'saco el conejo de la chistera'. No sé si me explico. Pero, sin duda, para eso se necesitaría más palabras... y 500 dan para lo que dan. Tres notas para que no cometas sendos errores, los dos en el primer párrafo: Nunca dejar espacio entre la raya de inicio de diálogo y la primera palabra. Mira http://lema.rae.es/dpd/srv/search?id=kyRrDVgsOD6Xup8Dpt, punto 2.3. Vigila el uso de mayúsculas (o no) en los incisos de diálogo, en función de usar verbos del habla. Mira de nuevo http://lema.rae.es/dpd/srv/search?id=kyRrDVgsOD6Xup8Dpt, puntos 2.4.c y 2.4.d. La puntuación del vocativo, siempre entre comas. Mira http://lema.rae.es/dpd/srv/search?id=V1EqcYbX4D61AWBBrd, punto 1.2.3. Un saludo y a seguir escribiendo :)
Muchas gracias por tu comentario. Sigo aprendiendo con cada prueba y agradezco todos los consejos, que me hacen mucha falta :) Yo también quería profundizar más en la historia de la protagonista, que en la primera versión a la que le sobraban unas cien palabras era una millonaria, lo que explicaría el plan de su marido.
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